26 de abril de 2009

Lester Morlang, el hombre que sobrevivió a tres avalanchas seguidas


Una de las historias de supervivencia más increíbles de las que se tiene constancia, tuvo lugar en la mina Bessy Gee, en las montañas de La Playa, en Colorado. El 17 de noviembre de 1985. Lester Morlang (quien nos relata la historia), estaba trabajando febrilmente para construir un cobertizo junto con su mejor amigo, socio y mentor, Jack Ridder.


 


“Sabíamos que se acercaba una tormenta y teníamos que colocar esos maderos antes de que llegara. Nuestro único propósito era mantener abierto el portal Este para ventilar el interior”.

 

Debido al crudo invierno, en Bessy Gee solo se trabajaba durante tres meses al año, pero Jack Ridder, que sabia mas sobre la extracción del oro que cualquier otro minero de la región, se había ingeniado un sistema para operar en ella durante todo el año. Sin embargo aquel fue el peor invierno que Jack había vivido en más de una década. Había caído ya mas de medio metro de nieve, y los dos hombres libraban una frenética carrera contra el tiempo, Lester se hallaba al volante de una excavadora, mientras Jack colocaba unos troncos en la pala cuando de pronto, todo se vio blanco.

 

“Cuando empezó a bajar la nieve, salí de la cabina. Apenas tarde unos segundos en verme arrastrado por el alud, como es lógico me puse las manos delante del rostro sin saber lo que estaba pasando, pero durante los primeros momentos toda mi vida paso por mi mente en un instante, vi cosas que normalmente nunca recuerdo, vi la graduación de mi hijo en la universidad y estaba seguro de que iba a morir allí mismo”.

 

Aunque la nieve se había amontonado a su alrededor, la odisea de Lester Morlang solo acabada de comenzar.

 

“Cuando recobre el conocimiento tenia las manos en la cara y estaba cubierto por la nieve, una de las primeras cosas que hice fue quitarme la nieve del rostro porque necesitaba respirar y cuando abría la boca solo entraba un puñado de nieve, entonces llame a gritos a Jack. Lloraba y gritaba, estaba desesperado y no sabia que hacer, pero intente hacer frente a la situación”.

 

Jack ya estaba muerto y, además, el motor diesel de la excavadora enterrada a unos metros de Lester estaba emitiendo gases tóxicos bajo la nieve.

 

“Podía notar las vibraciones en la nieve y oía el motor perfectamente, procure alejarme de el porque sabia que debía a haber una gran bolsa de gas; de haberme dirijo hacia la excavadora hubiese significado el fin”.

 

Lester sabía hacia donde no debía cavar pero, ¿por donde se iba hacia arriba?.

 

“Cuando me quite la nieve de la cara, vi que estaba echado sobre mi costado, note como las gotas de humedad que tenia en la boca me bajaban pasando por el ángulo externo del ojo, por tanto sabia que estaba tumbado de lado con la cabeza abajo, así que tenia que darme la vuelta para poder ir hacia arriba”.

 

Lo que Lester no podía saber era que tendría que cavar a lo largo de casi diez metros de nieve. La lucha contra el frió, la claustrofobia y un pánico atroz le puso enfermo.

 

“Varias veces tuve náuseas y vomite, mas o menos cada media hora me venían convulsiones. Al principio no tenía sed, pero mi boca se estaba secando así que recogía un poco de nieve, me la ponía en la boca para humedecerme los labios y luego la escupía. Cada hora, cada minuto, cada segundo me pasaban cosas por la cabeza que me invitaban a perder el control. Yo pensaba en mi familia, en como iban a arréglaselas sin mi y, en un par de ocasiones, tuve la sensación de que mi mujer estaba allí conmigo, porque podía oler su perfume, lo olía tan claro, se que estaba allí, podía olerlo y eso era bueno porque saber que alguien estaba pensando en mi me daba fuerzas”.

 


La noticia de la desaparición de los mineros no tardo en llegar hasta el Sheriff Bill Gardner, quien dijo en una entrevista: “cuando nos enteramos supe que teníamos un problema muy serio, no tengo palabras para describir mi reacción, el corazón me dio un vuelco, el estomago se revolvió y un escalofrió me recorrió toda la espalda porque sabia a lo que tendríamos que enfrentarnos. Era una tormenta extremadamente intensa, la ventisca acumulaba cada hora al menos 5 centímetros de nieve, sabíamos que había vientos superiores a los 80 km/h. y sabíamos que el lugar estaba totalmente aislado, que el único modo de acceder al lugar era por aire o a través de un desfiladero muy proclive a los aludes”.

 


Llamaron al experto en seguridad sobre aludes, Chris George, para que bombardeara la zona, evitando el riesgo de aludes incontrolados que pudieran poner en peligro a los equipos de rescate. “La carretera que sube por el cañón de la plata hasta Bessy Gee era ya de por si un ligar muy peligroso, el hecho de provocar un alud no significa que el resto del trayecto sea seguro. Sabes que alguien mas va a quedarse atrapado en algún sitio, envías a otras 40 personas y sabes que no pasaran por lugares seguros, pero no hay otra alternativa” explica George.

 

Después de cavar durante casi 22 horas, finalmente Lester estaba a las puertas de la libertad.

 

“Empecé a ver un poco de luz, y me di cuenta de que tal vez estaba a medio metro de la superficie, como es lógico entonces me empezó a subir la adrenalina y comencé a cavar y a dar golpes saltando de alegría, recuerdo que salí gritando ¡Gracias Dios mió lo conseguí, es increíble lo conseguí, lo conseguí!. Fue entonces al encontrarme bajo una fuerte ventisca cuando empecé a tener frió”.

 

Amargamente desilusionado al no divisar ningún tipo de ayuda, Lester se vio obligado a regresar a su túnel de nieve en busca de calor, intento acomodarse para pasar allí la noche.

 

“Me dormí y soñé que me despertaba de pronto en la cama, y que todo había sido una pesadilla, pero lo mas terrible fue cuando me desperté de verdad, y me di cuenta de que aun estaba en la cueva”.

 

Y entonces se produjo otro alud, enterrando a Lester por segunda vez.

 

“Cuando oí ese crujido y sentí como todo se deslizaba, pensé que me iba a aplastar como a un gusano dentro de mi hoyo, pero afortunadamente me paso por encima. Se hizo de día y sabía que tenía que empezar a cavar cuanto antes para volver a salir. Eran las seis de la mañana cuando empecé a cavar, por suerte apenas había un metro de nieve encima de mí. Salí y mire a mi alrededor, solo podía ir en una dirección, hacia abajo”.

 

“Finalmente, a media mañana los viento amainaron y enviamos a Chris George para que hiciera el primer reconocimiento aéreo del lugar del accidente”, recuerda Bill Gardner. “Sobrevolamos el portal (de la mina) en busca de pistas, no había forma de saber donde estaba el portal, solo se veía un ángulo suave formado por la nieve” relata Chris.

 

No tenían ni la más remota idea de que Lester había salido con vida y estaba al pie de la montaña.

 

“Nunca olvidare aquel helicóptero volando aproximadamente a la misma altura en la que yo me encontraba, pude ver incluso el interior de la cabina y buscaban por donde se había producido el alud, desde luego no esperaban encontrarme donde estaba y entonces me puse furioso, pasaron volando por encima de mi, pude sentir las turbulencias de las hélices de lo cerca que pasaron. Una media hora después oí un trueno o al menos eso me pareció, entonces me di cuenta de que estaban bombardeando la ladera para no poner en peligro a los equipos de rescate; tenia que salir rápido de allí, decidí ir un poco hacia arriba y me refugie detrás de un  árbol, durante mas de 15 minutos oí como rugía toda esa nieve, el ruido era mas fuerte que el trueno mas espantoso que jamás haya oído”.

 


Si los dos primeros no pudieron con él, sin duda, el tercer alud tampoco podría. Lester se encontraba cerca de un acantilado cuando oyó a aun helicóptero sobrevolando la zona, esta vez el piloto lo vio. Fue trasladado al centro medico Mercy en 10 minutos, donde le trataron de hipotermia grave, quisieron amputarle varios dedos pero Lester se resistió; con terapia física y fuerza de voluntad logro salvar sus dedos.

 

El Sheriff Bill Gardner recuerda ese momento: “No tengo palabras para expresar la mezcla de jubilo, sorpresa y admiración por haber sobrevivido a tal experiencia. Los montañeros experimentados y los especialistas en búsqueda y rescate se miraban los unos a los otros, la gente se abrazaba y nosotros no podíamos creer que fuera verdad”.

 

“He leído cientos de informes sobre aludes, llevo 35 años dando clases de seguridad en la nieve, hace mas de 40 años que subo montañas, para mi es una de las historias de supervivencia mas extraordinarias que conozco” dice Chris.

 

“Para mi fue positivo porque me hizo ver la vida de otra forma, ahora soy mas fuerte de lo que era, y aprecio las cosas mucho mas que antes, como una casa calida y acogedora, y el amor de mi familia. Soy rico, y ya no necesito extraer oro de esa mina para ser rico, ahora se lo que significa ser rico, y yo lo soy”.

 

 

 

Documental “Avalanche: The White Death” (a partir del minuto 20:20 se relata la historia de Lester Morlang)

 

Fuente: “Avalanche: The White Death”, National Geographic 1999.

 

Más información:

 

-         Transcripción del documental de History Channel “Avalanches: White Walls of Death”, con mas información sobre el rescate. (en ingles)

 

 

-         Breve entrevista de CNN a Lester Morlang. (en ingles)

28 de diciembre de 2008

Scott O'Grady, el piloto norteamericano que sobrevivió a la guerrilla Serbia


Lugar:              Mrkonjić Grad, Bosnia

Día:                  2 de Junio, 1995

Contexto:        Guerra en Bosnia y Herzegovina

 

 

En la mañana del 2 de junio de 1995, comenzó el incidente que definió al piloto de la Fuerza Aérea estadounidense, Scott O'Grady, como un hombre “duro de matar”.

 

Ese día, realizando un vuelo de reconocimiento rutinario, los instrumentos del F-16 de O'Grady le informan que dos misiles (SAM-6 disparados desde tierra por un SA-6 Gainful) se dirigen a su avión, a pesar de estar sobre las nubes, lo que debiera bloquear el sistema de radar del misil. Practicando maniobras evasivas logro evadir el primero de los misiles que estallo entre su avión y el de su compañero; pero el segundo lo golpeo justo en la parte inferior del avión causando que el F-16 se partiera en dos, a los pocos segundos O'Grady se eyecto.

 

SA-6, transporte móvil para mísiles tierra-aire, de origen soviético.


Aterrizó entre los riscos y los árboles de la zona, sin ninguna lesión grave. Escondió la tela del paracaídas y se alejó a toda prisa, consciente de que los serbios intentarían cazarle, para mala suerte de él con la prisa olvido llevarse las raciones de alimento y agua.

 


A los pocos minutos oyó a la escuadrilla de serbios que se aproximaban; tumbándose boca abajo, utilizo sus guantes de vuelo para cubrir las partes expuestas de su cara, consiguiendo eludir el rastreo visual de los serbios. Unos momentos después un adolescente y un hombre adulto pasaron junto a el, sin verlo y, a continuación, vio a hombres armados que se congregaron en los alrededores. Escuchó disparos y estaba seguro de que sería capturado cuando los serbios continuaron su búsqueda durante la noche. "Gracias a Dios no había perros allí", dijo después de su rescate.

 

O'Grady dormía durante el día, cubriéndose con redes de camuflaje, y se movía sólo entre la medianoche y las 4 a.m. debido a que los serbios seguían en la zona en busca de los restos del avión y del piloto. Equipado con un folleto de supervivencia, una radio, un botiquín de primeros auxilios, bengalas de socorro y una brújula, puso aprueba las lecciones aprendidas durante su entrenamiento. Utilizo unas pequeñas bolsas para capturar el agua de lluvia, y se alimento de hierbas e insectos.

 

Durante seis días, logró despistar a las patrullas enviadas a buscarle por los desolados bosques del noroeste de Bosnia. Llevaba una quemadura en la nuca causada por el misil, estaba deshidratado, se sentía cansado, sufría hipotermia y tenía un hambre feroz, pero no desfalleció.

 


Al cuarto día comenzó a utilizar la radio, ya que se le había enseñado que muchos suelen ser capturados por utilizar la radio demasiado pronto después del accidente, revelando su posición. Activaba su pequeño emisor de radio y enviaba una señal de auxilio, gastando cada vez más la poca batería que le quedaba. Al día siguiente, a las 2,30 de la madrugada, consiguió por fin contactar con un cazabombardero F-16 que surcaba el cielo de Bosnia en misión de reconocimiento.

 

«Me estoy quedando sin baterías», explicó O'Grady. «Tengo unas ganas de mil demonios de salir de aquí».

 

El tripulante del F-16 era de su mismo escuadrón -el US 555 con base en Aviano- e identificó inmediatamente la voz del tenaz O'Grady. Le pidió sus coordenadas y pasó la información al centro de mando. Inmediatamente, se puso en marcha una arriesgada operación, en la que intervinieron 40 marines especializados en rescates, dos helicópteros CH-53 y 38 aviones, desde cazabombarderos F-18 y F-15, hasta AWACS o EF-11 y EA-6B (avión especializado en desactivar los radares enemigos).

 

O'Grady había sido localizado a 35 kilómetros al sur de la bolsa musulmana de Bihac, a escasa distancia del lugar donde se estrellaron contra el suelo los restos de su F-16. Los helicópteros partieron de la cubierta del USS Kearsarge a las 5,30 y llegaron una hora después al punto señalado. Descendieron para permitir a los marines saltar a tierra y formar un círculo defensivo. El sol estaba ya bastante alto, porque aquí amanece alrededor de las cinco de la mañana, pero al principio no vieron a nadie.

 

Cuando el coronel Martín Berndt, al mando de la operación, se asomó por la portezuela delantera, observó cómo un hombre con barba de varios días, uniforme de piloto y un sombrero de playa, emergía de la espesura y cruzaba al trote el medio centenar de metros que le separaban del aparato.

 

«Lo agarré del brazo y tiré de él con fuerza hacia arriba», aseguró el coronel Berndt. "Estoy listo para recibir el infierno fuera de aquí", dice O'Grady; «Debía de estar muerto de hambre, porque tomo una MRE (ración de combate) e intentó comérsela» comento Berndt. La tripulación envolvió con una manta al piloto, que se derrumbó, aliviado y agotado.

 

MRE o Meal, ración de combate del ejercito norteamericano.


Los marines se replegaron velozmente hacia los helicópteros. Ya habían sido descubiertos por los serbios desplegados en las inmediaciones porque, en el momento de despegar, escucharon fuego de fusilería y vieron cómo pasaba silbando un SAM-7 (misil antiaéreo que se disparada desde el hombro). Mientras se elevaban se escuchaban las balas golpeando el fuselaje del helicóptero, una de las balas pego justo en la cantimplora de un Marine, evitando que le impactara en la pierna.

 

El SAM-7 es un misil de origen soviético, que se lanza con un tubo desde el hombro. Se hicieron famosos en la guerra del Yom Kippur, cuando la infantería egipcia derribó con ellos un número considerable de aviones israelíes.


Alrededor de las ocho de la mañana, el capitán Scott O'Grady y sus salvadores llegaban al Kearsarge, cuya tripulación les recibió con una explosión de júbilo y alguna salva de ametralladora al aire.

 

Arribo de O'Grady al portaaviones USS Kearsarge.



Clinton alabó la «inspiración» de O'Grady y calificó a todos los que intervinieron en el rescate de «héroes americanos». El responsable del flanco sur de la OTAN, almirante Leighton Smith, mostró su admiración por O'Grady, de quien dijo que era “un hombre duro”.

 

Si el piloto se hubiera dejado llevar por las prisas, los serbios le habrían capturado. Scott O'Grady tuvo sangre fría, aguantó el frió de la noche Bosnia, comió insectos para aplacar el hambre, se acurrucó entre las rocas cada vez que sintió aproximarse a los serbios y, al final, fue rescatado intacto y sonriente.

 

Portada de la revista Time, 19 Junio 1995.


Tres años después de haber sido rescatado,  O'Grady continúa en servicio activo en la Fuerza Aérea de los EE.UU. En mayo de 2007, completó una maestría en estudios bíblicos en el Seminario Teológico de Dallas.

 


Hollywood llevo esta historia al cine en 2001 bajo el nombre “Behind Enemy Lines” (Tras las líneas enemigas). La película esta adornada con una gran cantidad de situaciones que nunca ocurrieron, pero a pesar de ello, a mi parecer refleja con bastante exactitud el ambiente bélico de la guerra en Bosnia al que se vio enfrentado O'Grady. En esos años, el genocidio rural - a veces solo como parte del entrenamiento de las guerrillas bosnias - era cosa de cada día.

 

También existen dos documentales sobre la historia, uno es “Situación Critica: Rescate en Bosnia” de National Geographic Channel y el segundo es “Escape de Bosnia: La historia de Scott O'Grady” de History Channel.


Situación Critica: Rescate en Bosnia, National Geographic Channel (Completo)


Partes II, III, IV y V.

 

- Paginas de apoyo: X, Y, Z.

- Contenido de las MRE (Raciones de combate) cronológicamente (en ingles)

- Más imágenes del SA-6 y otros vehículos militares serbios.

- Articulo completo de la revista militar “Armed Forces Journal” (en ingles).